Más de 50.000 rescatistas trabajaron luego de los ataques terroristas al World Trade Center (WTC) el 11/9/2001. Durante los primeros años se reportaron múltiples enfermedades en esos rescatistas. Resumimos un reciente artículo publicado en la revista Lancet sobre enfermedades físicas y mentales durante los 9 años después del ataque.
En las labores de rescate participaron bomberos, policías, médicos, paramédicos, ingenieros, operarios de maquinaria pesada y voluntarios; muchos no tenían preparación para el trabajo en desastres. Se vieron expuestos a una compleja mezcla de toxinas, proveniente de la combustión del combustible de los aviones y del material pulverizado de los edificios al desplomarse. También se expusieron a estresores psicológicos como largos turnos, trabajo inseguro y exposición a restos humanos. Varios estudios han descrito los problemas de salud del personal durante los primeros meses y años: sinusitis, tos, reflujo gastroesofágico, trastorno por estrés post-traumático, trastornos de pánico y enfermedades pulmonares.
El objetivo de los autores es investigar sobre enfermedades físicas y mentales en los 9 años siguientes a los ataques. Estudiaron 27.449 personas que trabajaron en rescate y recuperación después del ataque al WTC. El 86% eran hombres y la mediana de edad era 38 años. Se los separó en base al tiempo de exposición al trabajo en el WTC, con el objetivo de determinar si el grado de exposición tenía que ver con las enfermedades.
Se comparó la incidencia acumulada de varias enfermedades antes de los ataques y 9 años después. El asma aumentó de 10% a 28%. La sinusitis aumentó de 11% a 42%. El reflujo gastroesofágico aumentó de 6% a 39%. El trastorno por estrés post-traumático aumentó de 1% a 3%. La depresión aumentó de 2% a 7% en el personal policial y de 11% a 28% en el resto del personal. El trastorno de pánico aumentó de 2% a 8% en el personal policial y de 5% a 21% en el resto del personal. La depresión aumentó de 1% a 7% en el personal policial y de 11% a 28% en el resto del personal. La presencia de una espirometría alterada aumentó de 24% a 42%.
Al hacer el análisis según el grado de exposición, el riesgo de asma, sinusitis y reflujo gastroesofágico aumentaban según la persona tenía un mayor grade de exposición. También se encontró la misma relación para las enfermedades mentales y las anormalidades espirométricas. Otro aspecto relevante es la sumatoria de patologías: un 10% de las personas tenía tres trastornos (asma, sinusitis y reflujo gastroesofágico) y un 18% tenía dos diagnósticos. Por último, se encontró una gran asociación entre enfermedades físicas y mentales: existían trastornos mentales en el 48% de las personas con asma, el 38% de las personas con sinusitis y el 42% de las personas con reflujo gastroesofágico.
El compromiso respiratorio (sinusitis, asma y espirometría alterada) ya había sido descrito en los primeros años después del ataque, sin embargo no se sabía que estas alteraciones han ido aumentando anualmente durante 9 años. Probablemente el compromiso de las vías respiratorias sea secundario a la inhalación de polvos tóxicos alcalinos y gases de los motores de la maquinaria pesada. Estos resultados recalcan la importancia de entregar a los equipos de rescate protección respiratoria durante su trabajo en desastres, además de obligarlos a utilizarlas.
Este estudio también muestra un aumento de las enfermedades mentales. Este riesgo es menor en los policías que el resto de los rescatistas, probablemente por su entrenamiento, sus políticas de selección de personal y su experiencia en situaciones similares. Como lo han demostrado otros estudios, el trastorno de pánico fue más frecuente en aquellos rescatistas expuestos a la nube de polvo. Otros estudios han mostrados que los rescatistas de origen hispano presentan más trastorno por estrés post-traumático que otros, información que lamentablemente no fue posible corroborar en este estudio por falta de datos.
Las principales limitaciones del estudio es que se basa en un registro de inscripción voluntaria entre los rescatistas y que no se comparó con un grupo control. Sin embargo, el hallazgo de enfermedades físicas y mentales persistentes luego de 9 años del ataque enfatizan la necesidad de prevenir las enfermedades en los equipos de rescate, monitorizar su estado de salud de manera continua y prepararse para entregarles la asistencia médica que van a requerir.
Conclusiones
- Se encontró un aumento progresivo de enfermedades físicas durante los 9 años siguientes al ataque: asma, sinusitis, reflujo gastroesofágico y espirometría alterada.
- También se encontró un aumento progresivo de enfermedades mentales: trastorno por estrés post-traumático, depresión y trastorno de pánico.
- Estos hallazgos enfatizan la necesidad de prevenir las enfermedades en los rescatistas, monitorizar su estado de salud y prepararse para entregarles asistencia médica.